¿Alguna vez han experimentado esa sensación agridulce cuando la vida les da una pequeña dosis de justicia poética? Bueno, permítanme contarles una historia que podría ser una gran moraleja para muchos otros emprendedores.
Como muchos saben, en el mundo empresarial, las relaciones pueden ser tan complejas como las tramas de una novela de intriga. A veces, trabajamos con empresas que no nos tienen precisamente en su lista de Navidad. Pero como dice el refrán, en la guerra y en los negocios, todo vale.
Hace un par de años, como fundador de Thalassa SpA, me encontré en una situación bastante peculiar. Después de años de trabajar en una empresa que, para ser sinceros, no era precisamente “great place to work” y mucho menos nuestro fan número uno, me embarqué como ingeniero en la aventura de mejorar piezas y crear mis propias soluciones para equipos de robótica submarina en mi propia compañía. Y sin ser egoísta, los ofrecí para la empresa en la cual trabajaba para aportar soluciones. No fue sorpresa que no los tomaran en cuenta, por sus preconceptos sobre mis habilidades. Sin embargo, con alegría de esas que no pueden compartir con todos, Thalassa SpA empezó a destacar en el mismo mercado que alguna vez pisé como empleado.
Pero aquí viene la parte en la que la comedia se vuelve un poco más seria. Por supuesto, aunque el karma a veces es un plato que se sirve frío, la transparencia y la integridad siempre deben estar en el menú de cualquier empresa. Por lo tanto, ante la posibilidad de que nuestro antiguo empleador pudiera intentar manchar nuestra reputación con chismes y medias verdades, decidí actuar.
Mi objetivo era claro: pedirle a mi ex empleador que se abstuviera de divulgar información falsa sobre mí o sobre Thalassa SpA. Tuve que asistir a la dirección del Trabajo de Chile para aclarar los rumores a voces.
Por supuesto, el proceso no fue precisamente una comedia de enredos. Hubo momentos de tensión, algunas miradas de sospecha y, sí, incluso algunos momentos en los que me pregunté si estaba tomando la ruta más sensata. Pero al final del día, sabía que debía proteger la integridad de mi empresa y la confianza de nuestros posibles clientes.
La ironía del destino alcanzó su punto álgido cuando recibimos un reconocimiento como competidores por… ¡Nuestra propia competencia! Sí, así es, aquellos que alguna vez nos miraron con desdén ahora tenían que admitir que estábamos en el juego.
Para dar soporte a nuestra sinceridad y transparencia, estamos dispuestos a enviar el documento a quien lo quiera revisar para confirmar nuestro reconocimiento como competidores.
Así que, queridos lectores, aunque esta historia tenga sus toques de humor, también lleva consigo una lección importante. En el mundo competitivo de los negocios, a veces tienes que luchar por lo que es correcto, incluso si eso significa enfrentarte a tu pasado con una sonrisa en el rostro.
Y así, mientras levantamos nuestra taza de café o de té, brindamos por Thalassa SpA, por la justicia poética y por todos aquellos que se atreven a escribir su propio destino empresarial.